Sinopsis:
Durante veinticinco años Clara Ribalta es la hermana Nazaret dentro de un asilo de ancianos en Córdoba, pero un deslumbrador descubrimiento la transformará de nuevo en Clara Ribalta. Las afueras de Dios trata del itinerario físico y espiritual de esa mujer, que vive y ama hasta la muerte y más allá. El amor es el único alimento de su cuerpo y su alma. En muchas de sus manifestaciones: el divino, con su noche oscura, y también el humano; el que asciende a las cumbres más altas y el que se entrega del cuerpo; el amor franciscano a todas las criaturas y el amor a los ancianos, que configura su vida entera.
Opinión Personal:
El libro tiene 395 páginas, se divide en dos partes “La
hermana Nazaret” y “Clara Ribalta”. Clara ha sido la hermana Nazaret durante 28
años dedicándose al cuidado de ancianos, al cumplir 40 años tiene una
importante crisis de fe que la lleva a cuestionarse la vida que ha llevado y la
que quiere llevar. Es una lectura algo lenta, ya que está cargada de sus
reflexiones y confesiones espirituales.
Su mensaje más fuerte es que lo que más importa es
conocernos a nosotros mismos y que más allá de toda religión lo que importa es
lo que hacemos día a día y lo que somos capaces de dar y transmitir. Destaco
también las hermosas reflexiones sobre la vejez que me llevaron a emocionarme
profundamente, nos llevan a tomar más consciencia que nunca de que algún día
llegaremos a esa etapa de la vida, y de que es necesario comprender, respetar y
cuidar a quienes nos rodean que ya se encuentran en esa parte del camino.
Antonio sabe muy bien cómo crear personajes femeninos
reales, algo de lo que no muchos autores pueden presumir, es increíble lo
introspectivo que es este libro, totalmente intenso. Además siempre escribió de
temas que no se visibilizaban mucho, adelantándose a su época, por esta razón les
recomiendo conocer su obra! Este libro lo escribió a sus 69 años, actualmente
tiene 89 años y es de esas personas que uno desearía que fueran eternas.
Calificación: ★★★★★
Frases destacadas:
“La vida es como un viaje que iniciamos en apariencia por
propia voluntad. Creemos saber con exactitud dónde nos dirigimos. Y de pronto
nos encontramos en medio del desierto.”
“Los ancianos suelen creer que, una vez amanecido, cuentan
con un día más, porque la muerte viene de noche con pasos de paloma. De ahí que
pretendan, insomnes, anticipar el alba, acechándola a través de los balcones o
de las ventanillas que dan al exterior.”
“Cuando se desvanece el diseño lineal del marco físico es
cuando se permite que aparezcan mejor las facciones del alma.”
“Es la belleza dentro de nosotros la que nos deja divisar la
de fuera.”
“Los abandonados reducen sus ansias a un mundo menor, a una
vida animal que atienden y miman, y que les demuestra su necesariedad.”
“No hay más aurora que el amor, que aclara las agudas
espinas de la noche.”
“La felicidad quizá consista en que la canción forme hasta
tal punto parte de nuestra vida que, a fuerza de ello, dejemos de escucharla;
hasta tal punto nuestra, que sólo nos impresione su ausencia, como si la
oyéramos más que nunca cuando no suena ya.”
“Son las arrugas acumuladas por el uso, por el pesar y por
la dicha, las que van imprimiendo el nombre, el apellido, la identidad de cada
uno. Esta insensibilidad de hoy acaso procede de un exceso de sensibilidad de
ayer. La escasez de la vida en estas manos compungidas de hoy proviene acaso de
haber sido una manirrota ayer. Cuánta mudez en ellas, que se niegan a hablar
quizá porque ya hablaron demasiado.”
“¿Qué importa más, la muerte que dura tanto o la vida que
dura tan poco? ¿Quién gana la batalla? (…) En definitiva, las dos son la misma
cosa. No dos siamesas de distintos colores, no la doble cara de la misma
moneda, sino un fruto que madura, una imbricación inseparable. La vehemencia,
la intensidad, el regusto de la vida dependen de la muerte: sólo existen porque
ella existe.”
“¿Qué es el amor sino ese extraño e invisible hecha de que
dos personas, de improviso, se separen un poco, se miren hasta lo más hondo, y
comprendan que les va a ser imposible, de ahora en adelante, vivir la vida sin
la otra? Ay, cuanto desamparo, qué poquedad, qué nada para ofrecer. Aunque el
amor humano, como el de Dios, consista en a vergüenza por nuestra mezquindad y
en la gratitud por que se nos acepte como somos, aunque sea así…”
“Lo que determina el acto de servicio no es lo que hacemos,
sino la dimensión desde dónde lo hacemos: lo que se haga por temor, por
ejemplo, nos separará de los demás aunque les seamos beneficiosos; pero lo que
hagamos desde nuestra plenitud siempre será servicio, hasta en nuestro favor….
No sólo hay que hacer lo que se ama, sino amar lo que se hace. La significación
última no se halla en ninguna experiencia externa: es la premisa de vivir y de
obrar en el mundo sin pertenecer al mundo.”
“Un viejo en el mal sentido no es alguien que fue joven,
sino alguien que no tiene nada que ver con el joven que fue: que ha roto
consigo mismo y que se ha vuelto, de repente o casi de repente otro. (…) En el
buen sentido, sencillamente es una persona que ha vivido más. Sólo eso. Y
escucharla no es como leer un libro, sino algo mucho más ágil, más alegre o más
triste, más humilde también.”
“El ser humano sólo tiene un idioma. Hablamos de lo que
sabemos como sabemos, con las palabras que tenemos más a mano, y serán
comprendidas.”
“Amo la sonrisa. Siempre digo que cuesta poco pero vale
mucho; dura un parpadeo y a veces su efecto sirve para toda la vida. La
necesitan hasta los más ricos y la pueden ofrecer hasta los más pobres. Es un
don del Altísimo; no se puede ni prestar ni comprar ni robar: se regala. No se
olvide nunca de sonreír, aunque le parezca imposible hacerlo.”
“En el mundo hay demasiados revolucionarios que quieren
cambiarlo todo menos a ellos mismos, y éste ha de ser precisamente el primer
cambio… De ahí que tengáis el deber de ser ejemplares, porque en vosotros va a
mirarse el mundo.”
“Quizá la única convicción a la que he accedido es la de que
Dios no ha creado el mundo de una vez por todas. No ha instalado aquí un orden
inmutable ni una autoridad intangible. Creo que no cesa de recrear el mundo. Y
es el hombre, el pobrecillo hombre, situado a las afueras de él, quien tiene la
responsabilidad de ser su delegado y su continuador. No hay ningún Dios que
esté por encima y por fuera de nuestra vida. No hay crecimiento que no proceda
desde dentro y desde abajo… Ir contra esta idea pienso que es el pecado verdadero:
interrumpir la labor de Dios, cuyos factores somos ya nosotros… Eso es quizá lo
único que he aprendido. Lo otro deriva de eso.”
“Solitarios son los que empiezan y los que concluyen, las
dos etapas extremas de la vida: la pura esperanza y la pura desesperación; los
niños no han sido aún admitidos; los viejos han sido desechados: el todavía no
y el ya no…”
“Los ancianos no somos seres extraños: no podemos ser objeto
de atención sólo cuando salimos en las crónicas de sucesos; no se nos ha de
manejar en términos de rentabilidad económica; no puede hacérsenos caso sólo
cuando se acercan las elecciones, para hipotecarnos nuestros votos…”
“Mientras el mundo desarrollado no se decida a enfrentarse
de una vez al problema de sus antepasados, tiene que haber gente que compadezca
y acompañe y escuche y bese a los viejos. Porque cuando uno de ellos dice: me
rindo, y tira la toalla, está pidiendo un beso, un saludo, un oído que lo oiga.
Cuando uno de ellos te retira la palabra es que quiere que le hables, eso lo sé
yo bien. Y vosotros. Y todo el mundo que haya convivido un solo día con ellos.”
“En cualquier empresa en que uno se embarque, hay que poner
en juego el corazón, aun cuando se trate de un asunto muy lejano a él. Las
cadenas del corazón son las últimas que se rompen; son las mejores aliadas para
ir contra la inercia y contra la muerte, que son la misma cosa. Aunque una vez
se muera.”
“Si nos creemos ofendidos, es a causa de nuestro miedo o de
nuestra inseguridad. Si ofendemos, es porque ignoramos cómo obrar debidamente,
y nos dañamos a nosotros mismos. Nadie se halla capacitado para ofendernos con
actitudes o palabras: es sólo nuestra inseguridad la que se siente atacada y
pone en guardia sus defensas. La presencia del amor correspondido echa hacia
atrás tales posibilidades, porque sólo en la libertad y en la alegría es
factible amar y corresponder el amor.”
“Sólo el individualismo egoísta es el que engendra el miedo
a la muerte. Cuando la vida no es lo que ha debido ser: fusión, entrega,
dadivosa pertenencia al mundo, sobreviene la muerte. En otro caso, retrocede
exorcizada. Porque la resurrección prometida es eso: haber sido Dios y
proyectarse en él luego.”
“La vida aquí no es más que lo que es, lo que está siendo:
el resto son construcciones mentales, productos de nuestra memoria o de nuestra
esperanza, y de nuestra desesperación o de nuestras ilusiones: válidos, pero
efímeros. Vivir es un misterio del que participamos y del que somos: un
misterio que sólo se realiza en cada ahora y en cada aquí.”
“Carga su fuerza en lo importante. Y te sorprenden de ellos,
es decir, de nosotros, dos cosas: su falta de prisa, como si dispusiesen de
todo el tiempo que tendrían los jóvenes si no tuviesen tanto; y también su
prosa, tan impaciente como la de los niños: no saben si van a llegar a la
primera comunión del nieto, pero ya le han comprado la medalla… No lo olvides
nunca: la tristeza o es misericordiosa o
no sirve de nada. Tienen derecho a recluirse en sí mismos, quizá están haciendo
balance de su vida. ¿Cómo va a chocar que algunos se nieguen a asistir a las
fiestas? Les recuerdan quizá demasiado lo perdido. Y son las fiestas las que
están a su servicio, no al revés: no ha de obligársele a asistir a ellas.”
“Igual que el adolescente en anciano es, a su modo,
narcisista: vive en la incertidumbre y tiende a replegarse sobre sí mismo, más
acaso cuanto más intensa fue su armadura. El adolescente tiene la vida ante sí,
y el otro tras de sí, pero ambos se enfrentan con rápidas transformaciones de
su físico. Se produce una crisis de identidad. (…) En cuanto a su sentimiento
de inutilidad, es otra fuente de horrores, porque súbita o progresivamente
desaparecen gran parte de su autoconocimiento y del sentido que tuvo su vida.”
“Los viejos viven de recuerdos, se dice; en los viejos retrocede
la esperanza, se dice. Pero hay un bien que se niega a los jóvenes: el
agridulce bien de la nostalgia. Ellos han disfrutado de tiempo suficiente para
lograr aún aquello que luego tendrán que echar de menos. En sus almas no cabe
el sutil sentimiento de girar la mirada a lo que se tuvo y no se tiene. Es el
envenenador de la memoria, con sus tóxicos…”
“El olvido no existe, pero tampoco la constante presencia.
Hay que apoyar o deshacer recuerdos con recuerdos.”
“Para empezar a descubrirte a tu mismo hace falta
profundidad, soledad y retiro. Quien se conoce a sí mismo, conoce todas las
cosas y todas las respuestas… Si no creo en mi, ¿cómo puedo creer en Dios o en
ti? Yo debo estar convencida de que no sólo soy un accidente producido por unos
gestos de mi padre y de mi madre, sino algo superior, alguien que porta un
encargo que cumplir… Hay que ser optimista y saltar por encima de lo que vemos.
Si el mundo fuese sólo lo que los ojos columbran o lo que entiende la
inteligencia, peligraría el futuro, más aún, sería una experiencia aterradora…
Por eso hay que recuperar una nueva inocencia para no tener que apoyarse
siempre en el pensamiento, ni en la necesidad, ni en la posesión, para vivir.”
“Tenemos la obsesión por la certeza y su posesión en
exclusiva. La sabiduría es la perplejidad y la duda. La plenitud no es nunca
ególatra ni excluyente, y la técnica no conduce a plenitud alguna. Eso es tarea
de la vida, y a vida es el arte de lo imposible: va contra le entropía… Y
además lo imposible es Dios.”
“Ama la compañía, porque te multiplica, y ama la soledad
porque te engrandece. Avanzarás entre las dos para encontrarte contigo mismo y
con los otros. Pero no ames la compañía de manera que te aleje de ti, ni ames
la soledad de manera que te aleje del mundo, de este mundo tuyo que te
correspondió, para refugiarte en otros pasados o futuros. Y ten la seguridad de
que la muerte no es liberadora ni contenedora: es sólo la consecuencia de tu
vida.”
“La divinidad no está en la omnipotencia, ni en la
eternidad, ni en la inmutabilidad: ser Dios quizá consista en ser hombre hasta
las últimas y mejores consecuencias: la creación no está acabada.”
“Un náufrago ahogándose en el mar es más grande que el mar,
porque el náufrago sabe que se muere, y el mar no sabe que lo mata. Ahí está la
tragedia del hombre y su magnificencia: ser esperanzada y desesperadamente él
mismo, contra los otros a menudo, pero también en beneficio de ellos.”
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